Del stalker

En estos tiempos de "postmodernidad" es más fácil estar al pendiente de lo que hace una persona, de que ha publicado, de que le gusta, de a quien le gusta y todas esas cosas que te llenan la cabeza de chaquetas mentales. Ya no hay necesidad de perseguir a alguien, de estar al pendiente en las charlas a que lo mencionen, de intervenir sus medios de comunicación entre otras cosas. Ser stalker se ha facilitado de manera increíble.
Las redes sociales sirven para eso, para exponernos y para exponer a otros. Es el medio de distracción más efectivo que este señor sistema nos ha puesto en las manos para quemarnos las pestañas.
No tiene nada de sano, en realidad creo que ni siquiera es divertido, entonces la pregunta obligada es: ¿Por qué stalkeamos?
En realidad pienso que aquel que stalkea no quiere saber sobre la otra persona, sino más bien, quiere saber si la otra persona publica algo sobre él. Queremos vernos en estados indirectos y en fotografías que nosotros no tomamos. O por lo menos ese es un caso.
También está el stalker por saber si alguien nos odia o le caemos mal, todos queremos tener un hater y si se multiplican pues que mejor.
Pero en esto del stalker hay dos partes que trabajan en conjunto y nadie puede decir lo contrario.
Esta el que publica para ser stalkeado y aunque tenga cuentas privadas y súper seguras existe una leve intensión de que la gente te agregue para ser stalkeado. Por ejemplo publicar de repente algo a todo el público o tener una fotografía oscura, dramática y que intriga. Si es que eso se puede representar en una fotografía de perfil.
Del otro lado está el que stalkea que es el más activo, pues puede no haber límites para el stalker, una red social lleva a otra, un perfil te lleva a otro, una hora se pasa, un día se termina y tú sigues en la computadora dando clics de forma histérica. Nada sano.
El stalker tiene virtudes, sabe investigar y nunca está satisfecho de lo que encuentra, siempre quiere más. 
Está buena onda cuando alguien te stalkea y te sientes interesante, aunque esto varia  y depende del stalker que va del leve al mal pedo.  El primero es ingenuo, sutil y no hay finales de lucro o intensión de daño. El segundo es voraz, grosero y tiene toda la intensión de chingar.
Nadie nos obliga a ser stalker, como nadie nos obliga a drogarnos o a emborracharnos, es lo mismo, una adicción, un hábito que trasciende y que ha trascendido fronteras electrónicas, que realmente no nos lleva a nada.
Entre mujeres y hombres no hay quien sea más stalker, porque existen los homosexuales que le vinieron a dar el punto medio a todo. Y porque mi parte feminazi me impide aceptar que las mujeres son más acosadoras.
Sigamos stalkeando que es lo que nos queda, que no me pregunten como sé yo estas cosas, si a mí ni me gusta el stalker. Pero podría escribir un capítulo de los stalkers, porque tengo muchos amigos que me cuentan como es y ya saben por mi amor a la investigación.

Bueno bai.