Arena

Extrañaba más que nada, el rozar de la arena en los tobillos, la deliciosa sensación de los granitos subiendo entre los dedos, rellenando los espacios y enterrando cada vez más los pies en la arena húmeda, arena de acaramelados tonos pardos y amarillos. La extraña razón  que nos ínsita a mirar hacia abajo cuando el agua de la extinta ola llega a nuestros pies, vemos la espuma blanca hacer hilos entrelazados sin arreglos ni patrones. Teniendo al frente el inmenso horizonte, degradando los azules, desde el más intenso en la base hasta el más claro y deslumbrante en la cima, adornado con las nubes voluptuosas que se acomodan en donde no hay nada.