Abstinencia, escribí, universo, preguntando, navegando.


Esta soy yo con mis lánguidos brazos tratando de escribir o describir qué o qué cosa. La cosa es que no he logrado canalizar la razón de mi actual síndrome de abstinencia. Me duelen las piernas, tengo escalofríos, sudo cuando debería de congelarme, sueño pura pendejada, la náusea y el vómito vienen a despertarme, pierdo mi valiosa sangre y me parece que estoy deshidratada. Pero es que detuve todos mis vicios de pronto sin pausas ni anuncios. Todos menos el alcohol.
Creer que estás dos semanas de escuela me hayan puesto tan mal es pura fantasía, sería demasiado. Quiero pensar que estoy exagerando, como siempre. En realidad no soy tan exagerada, tengo razón casi siempre que pienso que estoy exagerando  y es que tengo sentido arácnido aunque las personas piensen que no me entero. Sospecho por qué puede estar pasando todo esto. No he escrito nada en semanas, solo he tomado notas, con nombres de profesores, fechas de primeros días y trilladas presentaciones.
En realidad no exagero por qué siempre que paso por situaciones de estrés el cuerpo se me vuelve loco, las hormonas se excitan y los dolores inexplicables me aparecen. Casualmente debería estar más relajada pero es que las personas no paran de preguntarme cosas, no paran de apurarme hacer cosas que no quiero. Estas semanas he escuchado una infinidad de perdones vacíos, que revuelven el estómago. Ciento muchas nauseas. Estoy leyendo la náusea de Sartre y me quiero morir cada vez que me imagino en Paris en lugares que nisiquiera he conocido esuchandole decir que la soledad es compañera.
Quiero  permanecer de pie y que no me dejes caer, ahora que ya no me siento rara de tratarte tan así. Ya quiero  que me des la espalda y te vea envuelto entre sabanas.
Ando clavadisima con una onda del Universo y de los días más antiguos y bellos de la Tierra. Me recorro los eones, voy de era a periodo, de época en época a millones de años reconstruyendo historias difusas que desenmarañan ideas preconcebidas que le dan sentido al mundo. Por lo menos a mi mundo.
Estoy navegando despacito  y revisando la batimetría a la que te encuentras. Necesitare varias mareas para regresarme. Pero todo esto de volverse marinero sin barco, de andar sin anclas y  zarpar dejando las plataformas continentales en donde la vista ya no alcanza es excepcional. Agrandando la distancia de la línea de costa y de mis anhelos. Estas semanas he escuchado también un sinfín de cuestiones, de a dónde voy, por qué voy, cómo voy, con quién voy. Asqueada  quiero meterme el tiempo en los bolsillos y decirle a todos que se lo ha tragado un hoyo negro que no piensa regresarlo mucho menos adelantarlo. Sabes  todo va mal, pero yo voy bien.