Usted lo encuentra divertido.

Le pesaban las horas en los ojos, le pesaban tanto que los detonaba en coloraciones rojizas. Desviando la mirada para no reconocer al rostro que tenía enfrente, el mismo que había estado ahí desde hace seis años, en tantas formas representado, en tantas otras paredes dibujado.
¿Por qué había de pronunciar palabras tan ofensivas si las cosas no eran diferentes a como habían sido antes?

Deseo lo que un amigo no desea nunca. Deseo lo que las personas cansadas añoran.
Estaban tan cansados los pies de soportar, que las uñas de los dedos le calaban con los zapatos, y lo único que quería era descalzarse y salir corriendo.
Lo último que esperaba que sucediera era derramar las lágrimas que no había que contener.
Corrimos hasta parar el día y sostener entre las manos momentos que no nos pertenecían. A tiempo.

En la regadera se ha metido un ciempiés que cruza la pared, abrumado por los vapores del agua caliente que se precipita por la regadera y envuelve todo el cuerpecito femenino, enjabonado y aturdido. Aquel insecto caminando en vertical y con rumbo definido hacia la ventana, lento, con su esqueleto exterior cafe intenso , en donde se notan unas gotitas de agua. ¿Qué hace tan interesante a un insecto en la regadera? La abstracción de su cabeza queriendo enjuagar los pensamientos.

Me volvería loco de volverte a escuchar decir esas cosas otra vez. Solo que soy muy anticuado y la locura se me ha pasado por no ser genio. Me falta talento.