Me gusta verte.


Cada vez que te levantas frente a mí y te preocupas poco por cubrir la piel que te protege, que recubre músculos, tejido, hueso y toda la ingeniería humana que te compone. No se nota el pudor, ni la vergüenza de estar expuesto, mientras yo apenas quiero que notes que te miro, te observo despacio y discreto, esa es mi manera de observar.
Cada marca y cicatriz que se asoma me provoca curiosidad, cada figura que se dibuja me hace imaginar.
Uno a uno de tus miembros forman un rompecabezas que me gusta armar y desarmar, pero tengo mis piezas favoritas. Encuentro mucha satisfacción cuando te miro así, cuando no te incomodas de estar frente a mí sin ropa y yo frente a ti en la misma situación.
Es la arquitectura que te compone desde los pies hasta la cabeza la que me eriza la piel. Es pensar que esa arquitectura se recarga sobre mí, suficiente para estremecer algo más que mi piel