Insultarse.

Cada vez que te llamas idiota, asno, imbécil, tonto, tarado, pendejo, marica, bruto, estúpido, mamón, jodido, bastardo, infeliz... entre otros adjetivos.  Se siente la satisfacción de decir palabras altisonantes, además de que nadie te remarca tu situación sino que solo tu con esa delicadeza que cada uno de nosotros posee se auto denomina como idiota. 
Es hermoso escucharlo, es gratificante, más que para los oídos ajenos, reconforta los odios propios en donde el insulto entra cálido como susurro.
Solo pocos tienen la capacidad de entender como se siente el insultarse, solo pocos tienen el valor de decir:
  "que pendejo estoy", "pero que estúuuupido", "soy un idiota", "soy un asno que reprueba todo el semestre", "que bastardo soy por pasarme el alto".
Deberían intentarlo un día para que esa estupidez de reconocer sus cualidades se les olvide y empiecen por reconocer sus defectos, que después los llevara a ser mejores personas. Un insulto al día, no le quita nada a nadie, al contrario los alimenta.

Es una manera de protegerse porque si ustedes ya se insultaron se ahorraran la molestia de escuchar a otras personas que notienenniputaidea de lo que hacen al llamarlos de estas maneras, puede que solo les confirmen lo que acaban de decir o puede que lo empeoren usando otros adjetivos más desagradables y en el mejor de los casos lograran compasión ilimitada por quien los este escuchando y diga: "no seas tan duro contigo".

Intentenlo y yo se que les va gustar.