No tenemos el mismo cielo.

No tenemos el mismo cielo, como no tenemos el mismo sueño.
Como no compartimos la misma esperanza, ni el mismo anhelo. Las particularidades que te componen como rompe cabezas son las que me despiertan los sentidos.
No somos de la misma tierra, ni del mismo vientre, no somos en nada similares.
Podremos encajar entre las diferencias y permitirnos conocer lo que es distinto, lo que te define me hace aprender lo que me falta.
No tenemos los mismos ojos, ni los mismos labios; sin embargo nuestros sentidos se reconocen.
Nunca entenderemos el mismo cielo, aunque fijemos nuestros ojos en el mismo punto infinito.