De madres.

Cuando me entregaron a mi madre, me dieron un instructivo, el cual creo que todos debieron haber leído antes de firmar cualquier documento aceptando los términos y condiciones de tener este modelo de madre.
Pues yo me di a la tarea de leerlo hace mucho y todo lo que decía me parecía justo, estuve de acuerdo con las condiciones; que ella tiene el poder supremo sobre los permisos, tiene el control de los cambios en casa,  todo proceso en los que se vea afectada deben ser aceptados mediante una moción que le notifique todo. También leí detenidamente la parte  en que se explica a detalle y con algunos esquemas  las obligaciones como madre, los servicios que ofrece y las exigencias que podría pedir en el futuro. 

Acepte también las violaciones de privacidad que se mencionaban en el instructivo como peligro latente. Pensando que solo eran una advertencia sin importancia.
Quede plenamente satisfecha con todo lo que contenía y el modo de madre educa a su hija adolescente me  pareció acertado.  Con el tiempo le he enseñado cosas y cambiado algunos de sus sistemas operativos para que entienda que soy diferente a ella, que me gustan cosas que tal vez a ella no le pusieron en el ordenador y que no siempre tenemos que estar en sintonía.
Me agrada el modelo de madre que adquirí, que no se ha vuelto obsoleta a comparación con las nuevas versiones que aunque son madres muy jóvenes de modernas no tienen nada.

Las cosas con las que no concuerdo las he aprendido a ignorar, como en su momento ignore las letras pequeñas del reverso que advertían que la manera de protegernos y demostrar que nos quiere demasiado es esculcando las propiedades privadas. Además de su sistema operativo de agente de las fuerzas  especiales de seguridad que prohibe relacionarnos con personas peligrosas, confisca sustancias ilegales y otras aceptadas por la ley pero no por las madres, así como la investigación exhaustiva y el asedio continuo con cuestionamientos para descubrir en que y con quien ando.

Estúpidas letras chiquitas.