Varios dias asi.

Sentada al borde de la banca, la mañana está muy fresca, el aire muy frió y prefiero inhalar humo de cigarrillo. Las piernas cruzadas adoptando una postura cómoda, pero no lo logro, lo brazos cruzados, no, ahora las palmas sobre los muslos, tampoco, dentro de los bolsillos de la chamarra, no, nada me acomoda.
Esperando llega ella, me saluda y sus mejillas parecen estar congeladas, la conversación convencional, estados de ánimo, los hechos ocurridos en el transcurso del fin de semana, la hora de entrar al salón.

Entramos, apenas veinte personas están dentro, darle facilidades a la gente provoca inconstancia.
Inicia la jornada de clases, el tema está expuesto y los asistentes cuestionan, me distraigo con facilidad, es muy temprano para pensar en cómo desglosar un problema, todavía tengo los sentidos dormidos.
Terminamos la clase, salimos de un salón para entrar a otro, y se repite. Es la una de la tarde, el tiempo no se pasa tan rápido pero es temprano, no me siento de humor para quedarme, de hecho últimamente ya no estoy de humor en este lugar, algunos van a recrearse un poco en los alrededores, no veo la hora de irme.

Decido marcharme apresurada, una compañera me alcanza y pregunta cuál es la razón por la que me voy tan rápido, es una respuesta muy sencilla. No me gusta nada este lugar.