FALL

Hace años que no monto una bicicleta, solo la fija. La única forma en la que me subo es de pasajera en los "diablitos" & es que todas las tardes mi hermano me lleva a la carretera en este eficaz transporte.
La tarde del lunes no fue la excepción, le pedí que me llevara, ya se me había hecho tarde (cosa rara) y le pedí que fuera más rápido. Debe mencionarse que en mi bicicleta no hay asiento trasero así que tengo que ir de pie.

Aumento la velocidad & todo era felicidad hasta que nos encontramos con unos brabucones en una camioneta. Se emparejaron con nosotros y nos miraron retadoramente fue cuando la virilidad de mi hermano salió a flote y creo que un poco de la mía también. Como buen hombre no iba a dejar que esos brabucones nos desafiaran, así que aumento más la velocidad, un momento los dejamos atrás hasta que de pronto en un maldito tope se emparejaron, la situación era de tensión pues estos se cerraron a mi hermano & en un acto desesperado mi hermano tuvo que hacer una rápida maniobra para no chocar. Todo estaba bien hasta que se percato que después de tal maniobra yo estaba descendiendo accidentadamente.

Vi todo como en la bruja de Blair cuando atacan al tipo y la cámara se cae (¿ya saben cómo?) hasta que por fin vi el intenso azul del cielo.
Efectivamente estaba en el suelo donde distinguí la cara de mi hermano que me decía: ¡Cállate & párate!
Me caí y me raspe la cintura como no me había raspado nunca. Mi raspón tiene una longitud de 25 centímetros provocado con la llanta o al menos eso creo.
Después de haber hecho tremendo espectáculo me levante sin poder contener la risa y mi hermano revisando las heridas dijo que regresáramos a casa, cosa que no quise. Me monte otra vez en los diablitos con un ardor tremendo y realice mi viaje, cosa de la cual no me arrepiento.

Después de toda la aventura regrese a casa y le pedí a mi madre que me curara como toda buena madre dulce y encantadora haría, me curo como curan los raspones de los niños en el kínder. Primero me lavo con jabón y como olvido traer el paño mojado lo dejo ahí un momento esto provoco ardor soportable, regreso con el paño húmedo y retiro el jabón sin delicadeza alguna, aun soportaba el dolor hasta que llegaron los ungüentos, tres ungüentos diferentes mezclados fueron aplicados en mi delicada y tersa piel tallada el dolor fue inhumado e insoportable así que llore.

Llámenme exagerada pero no sé como los niños del preescolar aguantan esas curaciones.