La primera

Recuerdo haber entrado a casa, no recuerdo como llegue de pie hasta la puerta, no recuerdo la hora exacta eran las once cuarenta y cinco o las doce de la noche tal vez, era temprano para llegar a casa en tal estado.
Salude como todas las noches suelo hacerlo. Conteste algunas cosas estúpidas y me seguí de largo por la sala, aparentado que todo estaba bien que era una noche cualquiera de miércoles.
Me prepare para ir a mi habitación y tener que subir las escaleras que parecían interminables además de estar más empinadas de lo normal. Subí y ya casi estaba todo resuelto.
Dormiría hasta la mañana siguiente probablemente despertaría por la madrugada por vaso de agua para la sed.

No tuve la suficiente energía para cambiarme de ropa así que solo me quite la camisa y los zapatos ni siquiera me metí en las cobijas, solamente me quede dormido. Durante tres horas sentí que mi estomago estaba lleno de liquido como si me hubiera tomado un garrafón de diez litros en menos de media hora, finalmente me levante, me dirigí al baño, me pare frente al inodoro y orine por más de cinco minutos o por lo menos eso me pareció a mí.
Termine de nuevo en la cama no recuerdo como regrese sin tropezar con nada aun estaba muy mareado, me recosté y esa sensación en mi estomago seguía después de unas horas sentí que la mitad de mi cara estaba caliente supuse que había babeado mucho y me acomode de modo que quede mirando hacia el techo.

Pasaron otras horas y mi mejilla ahora estaba fría pero no me moleste en despertar y ver si efectivamente era baba lo que estaba sobre mi cara, al poco rato cuando la luz me molestaba lo suficiente para no poder seguir durmiendo abrí un poco los ojos, distinguí unas siluetas encima, la imagen no era clara fue entonces que abrí bien los ojos. Aun adormilado y con la sensación de resequedad en la cara distinguí a mi madre y a mi hermano.
Mi madre preocupada me pregunto sobre la obvia situacion en la que me encontraba:

¿Estas vomitado?


No tuve reacción alguna, mire de reojo hacia mi hombro y efectivamente la sensación de la noche anterior había desaparecido hace unas horas y todo lo demás que sentía no había sido exactamente un sueño.
Demostrando una vez más mi increíble estupidez para mentir; conteste:

Ayer comí unos tacos, me cayeron mal y me vomite.


No sé si lo creyó pero se fue sin preguntar más, mientras mi hermano se burlaba de lo imbécil que soy para mentir aunado a lo desorientado que aun me encontraba por el alcohol que había ingerido la tarde anterior.

Ese es el recuerdo de mi primer borrachera de joven, mi primer amanecer en mi propio vomito.