3:32 am
Extrañaba mis insomnios. Los que son voluntarios,
no los que me pasan y tengo que soportar cuando no he terminado mis labores
escolares.
Estos, en los que empiezo a describir y a
escribir, colgando sobre el papel letras en cursiva que hablan de la vida cotidiana.
Si es que la vida cotidiana existe.
Hace un rato en el papel quería reflejar una
historia, estaba pensando en muchos meses, en días y en horas, estaba objetivando
el tiempo para que no fuera superfluo y se me escapara entre las manos. Hoy
estuve revisando viejos artículos, hablando de 1975, esos textos tan antaños
que pretendemos utilizar para describir una situación actual. Otra vez haciendo
de la construcción social del tiempo una medida con valor, adjudicándole un
precio.
En ellos estaba buscando una descripción de la
realidad, de lo que ven mis ojos y de lo que palpan mis manos. De lo que
escuchan mis oídos y de lo que degustan mis papilas. Encontré que nada se
asemeja, que las volteretas que le da la retórica a las cosas que tengo
enfrente no son funcionales para mis sentidos, no son suficientes, no son lo
suficientemente abstractas para convencerme de que así son.
Entonces recuerdo las opiniones de la ciencia y
las matemáticas escuchando la apagada voz de un joven que por carrera ha
elegido tomar el alma de cuarenta y cinco muchachos, que apenas responden, que
no miran más que a la cuadricula de la libreta y que cuando en su intento de
rebotar una pregunta recibe la misma pelota sin respuesta y sin materia. Esa
voz somnolienta dice que los científicos buscan la verdad, la real y
objetiva. Que los instrumentalistas se conforman con una subjetividad que
satisfaga su necesidad.
Yo pienso en los subjetivistas y creo que a todos
nos han contagiado de su enfermedad, de su necesidad de tener una certeza, y
entonces vuelve a encenderse la voz diciendo que los filósofos y los matemáticos
no buscan pensar en la realidad, que el abstracto es más importante y
satisfactorio.
En que se ha basado toda la ciencia antrópica que
hemos venido armando a pieza de rompecabezas, sino es en las matemáticas y en
la filosofía, y si ellas no están buscando describir la realidad o la verdad en
esta dimensión espacial y temporal, con que estamos objetivando la ene cantidad
de teatros para demostrar que siendo científicos podemos llegar a la verdad. ¿A
qué verdad queremos llegar?
Pardon.